Publicado 18/10/2025 22:34

El movimiento GenZ marroquí retoma las protestas tras ocho días de pausa, pese a las divisiones internas y la represión

RABAT, Oct. 3, 2025  -- People participate in a protest demanding for better public services in downtown Rabat, Morocco, Oct. 2, 2025.   Three people were killed during youth-led protests near Morocco's Atlantic coastal city of Agadir, the Moroccan Interi
RABAT, Oct. 3, 2025 -- People participate in a protest demanding for better public services in downtown Rabat, Morocco, Oct. 2, 2025. Three people were killed during youth-led protests near Morocco's Atlantic coastal city of Agadir, the Moroccan Interi - Europa Press/Contacto/Huo Jing

MADRID 19 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los jóvenes de la Generación Z en Marruecos han vuelto a tomar las calles de distintas ciudades del país para exigir mejoras en la sanidad y la educación públicas, así como la liberación de manifestantes detenidos, tras ocho días de pausa y pese a la creciente fragmentación interna del movimiento, cuya principal denuncia este sábado ha sido la prioridad gubernamental hacia infraestructuras deportivas para la Copa Africana de Naciones y el Mundial 2030.

Si bien las concentraciones de este sábado han contado con menos afluencia que en ocasiones anteriores, los participantes han reafirmado sus demandas sociales y han manifestado su rechazo al enfoque del Gobierno sobre el gasto público.

Entre las principales consignas, los manifestantes han criticado la construcción de nuevos estadios mientras continúan los problemas en hospitales y escuelas públicas, llegando a promover el boicot de los partidos de la Copa Africana de Naciones que Marruecos organizará en diciembre. "Los estadios están aquí, pero ¿dónde están los hospitales?", se ha preguntado la juventud en ciudades como Casablanca y Tánger, según ha recogido el diario digital Hespress.

En esta línea, el movimiento ha reiterado además su exigencia de dimisión del primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, a quien han acusado de corrupción y de desatender las necesidades básicas de la población.

Asimismo, han exigido la liberación inmediata de las más de 400 personas que han sido arrestadas en el contexto de estas protestas, incluidos los 17 acusados de Agadir que han sido recientemente sentenciados a un total de 162 años de prisión.

La frustración ha crecido especialmente tras la muerte de ocho mujeres en un hospital público de Agadir durante partos, un hecho que ha intensificado la indignación por el estado del sistema sanitario. Las diferencias entre la educación pública y privada también han sido blanco de críticas, especialmente hacia los políticos que envían a sus hijos a centros privados mientras supervisan la educación pública.

A pesar de su ímpetu inicial, el movimiento ha mostrado signos evidentes de debilitamiento. Diversos sectores, como el grupo 'Generación Z Amazigh' y las juventudes de la Región Oriental, han anunciado su retirada por desacuerdos ideológicos y organizativos. Estos colectivos han denunciado desviaciones respecto a los principios fundacionales del movimiento y han disuelto sus comités locales, señalando su negativa a continuar participando.

Esta fractura interna ha reducido considerablemente la respuesta a las últimas convocatorias. A pesar de una fuerte presencia en redes sociales, con miles de interacciones, la movilización en las calles ha sido inferior a lo esperado, evidenciando la fragmentación interna del colectivo.

En este contexto, el rey Mohammed VI, en su discurso más reciente ante el Parlamento, no aludió directamente las protestas, si bien apuntó que los grandes proyectos de infraestructura y los programas sociales no deben verse como excluyentes, sino como complementarios para el desarrollo nacional. Sin embargo, su mensaje ha sido percibido como una respuesta indirecta y evasiva frente a las crecientes tensiones sociales.

Por su parte, el Gobierno marroquí ha prometido reasignar recursos hacia los sectores de salud y educación. La ministra de Finanzas, Nadia Fettah Alaoui, ha declarado ante el Banco Mundial que estas áreas serán prioridad en el presupuesto nacional, aunque los manifestantes continúan mostrándose escépticos ante estas promesas.

Así las cosas, pese a la división y el temor a las represalias, muchos jóvenes han seguido participando en las protestas no ya por beneficio personal, sino por las futuras generaciones, relatando experiencias de exclusión por no poder acceder a materiales escolares básicos o atención médica adecuada, según ha recogido el mismo medio.

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